Los activos fijos son poco líquidos, dado que se tardaría mucho en venderlos para conseguir dinero. Lo normal es que perduren durante mucho tiempo en la empresa. Cuando una empresa, sin embargo, tiene bienes que son con idea de venderlos o de transformarlos en otros para su venta, o bien derechos de corta duración (créditos), entonces se trata de activo circulante.
Los activos fijos, si bien son duraderos, no siempre son eternos. Por ello, la contabilidad obliga a depreciar los bienes a medida que transcurre su vida normal, debido a que éstos lo hacen de forma natural por el paso del tiempo, por su uso, por el desgaste propio del tiempo que se use ése activo y por obsolescencia, de forma que se refleje su valor más ajustado posible, o a amortizar los gastos a largo plazo (activo diferido). Para ello existen tablas y métodos de depreciación y de amortización.
Los Avalúos de Activos Fijos ayudan a las empresas a determinar los valores de reposición y valores comerciales actuales de dichos bienes que a su vez, permitirán calcular la obsolescencia y ciclos de vida útil de los activos, realizar la medición de los impactos económicos que tiene la actualización de estos activos fijos.
Dependiendo del Giro de Negocio, los bienes que se pueden considerar como Activos Fijos son tanto Bienes Inmuebles (Terrenos, Edificios, Bodegas, Naves Industriales, Oficinas Etc.) como Bienes Muebles (Maquinarias, Equipos, Herramientas, Mobiliarios de Oficina y Cómputo Etc.)
Los Avalúos de Activos Fijos se utilizan para temas de Seguros (Valor de Reposición Nuevo, Valor Neto de Reposición), Revaluación de Activos (Histórica y Actualizada), Intangibles (Marcas), Valor Justo de Mercado (Procesos de Compra-Venta, Arrendamiento, NIIF, IFRS, Fusión, Capitalización de Rentas, Garantías, Créditos, Fianzas, Enajenación de Bienes, Embargos, Liquidaciones, Auditorías y Control, Reexpresión de Estados Financieros y Contables, Fiscales y Catastrales cuando se traten de Bienes Inmobiliarios).